“Las heridas morales tienen esa peculiaridad: pueden estar escondidas, pero nunca se cierran; siempre son dolorosas, siempre están listas para sangrar cuando se las toca, permanecen frescas y abiertas en el corazón”. – Alexandre Dumas

 ¿Qué es el Dolor Social? ¿Una experiencia, un estado de ánimo, un sentimiento? ¿Es el Dolor Social comparable al Dolor Físico o es una licencia meramente poética?

 El uso de palabras que denotan Dolor Físico para describir episodios de distanciamiento social es un lenguaje universal, común a muchos idiomas diferentes. Continuamente hacemos alusión a dichos episodios como situaciones dolorosas en las que realmente no hay o no hubo un contacto físico: “me partió el corazón”, “hirieron mis sentimientos”, “sus palabras son más dolorosas que cualquier golpe”, “la caída tras el divorcio ha sido muy dura, pero me he vuelto a levantar con más fuerza que nunca”.

Sin embargo, hay numerosas pruebas sugerentes de que la semejanza entre ambos tipos de dolor no termina en una superposición lingüística. Del mismo modo que el daño físico de un organismo amenaza su supervivencia a largo plazo, también lo hace la separación social.

Los seres humanos hemos prosperado históricamente en comunidades. Desde el punto de vista de la filogenética, la pérdida de una comunidad y de las protecciones que ha proporcionado desde nuestros primeros antepasados (por ejemplo, de la depredación o la inanición), predijo y sigue prediciendo una tasa mucho más alta de mortalidad que las causas y consecuencias del Dolor Físico.

Holt-Lustand y colaboradoes (2010), en un metaanálsis en el que pudieron analizar los datos de una muestra 308849 sujetos y durante un seguimiento de 7 años y medio, observaron cómo las personas con fuertes vínculos sociales presentan una mejor salud y una probabilidad de supervivencia un 50% mayor. La magnitud del efecto de la protección social no estuvo influenciada por la edad, el sexo, el estado de salud inicial, el periodo de seguimiento ni la causa de muerte. Además, fue comparable a la de dejar de fumar y superó a muchos factores de riesgo de mortalidad bien conocidos como la obesidad o la inactividad física.

Si establecemos un paralelismo esclarecedor, ya hace muchos decenios que se observaron altas tasas de mortalidad entre los lactantes bajo custodia (es decir, en orfanatos), incluso cuando se controlaban las condiciones de salud y el tratamiento médico preexistentes.

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Hay muchos estudios que han vinculado a la Corteza Cingulada Anterior (CCA) como la responsable del solapamiento neural entre el Dolor Físico y el Dolor Social; con participación frecuente, pero de manera menos importante, de la Ínsula Anterior (IA). La actividad incrementada de ambas regiones cerebrales está vinculada a un aumento del componente afectivo asociado tanto al Dolor Físico como al Dolor Social, la denominada angustia emocional. Además, se ha podido observar mediante esta conexión cómo la sensibilidad a un tipo de dolor aumenta la sensibilidad al otro, y viceversa.

En los primeros estudios experimentales de exclusión social en humanos, éstos fueron sometidos (bajo RMNf) a un juego virtual online interactivo de lanzamiento de pelota (Cyberballâ) “con otros individuos”. Sin que los participantes lo supieran, realmente estaban jugando con un programa de ordenador preestablecido, de tal forma que completaban una 1ª ronda de juego en la que eran incluidos, y una 2ª ronda en la que se les excluía (no recibían la pelota). Al ser excluidos del juego, en comparación a cuando se les incluyó, los sujetos mostraron una mayor actividad tanto en la CCA dorsal (CCAd) como en la IA. Además, las personas que mostraron mayor actividad en la CCAd emitieron fuertes reclamos de angustia social («me sentí rechazado», «me sentí sin sentido»…) en respuesta al episodio de exclusión.

Este aumento de la actividad de la CCAd y la IA también se ha observado en otras situaciones experimentales diferentes. Incluso sin la necesidad de vivir un rechazo o exclusión in situ, Kross y colaboradores (2007) demostraron que la visualización de imágenes que denotan aislamiento (la soledad, la desconexión social, el retraimiento, etc.) – concretamente las pinturas del autor Edward Hopper -, en comparación a la visualización de imágenes que reflejan aceptación (relaciones sociales, romanticismo, etc.) – los cuadros de August Renoir – ; igualmente produce una mayor activación de estas regiones cerebrales de procesamiento emocional.

Otro descubrimiento interesante ha sido cómo las vocalizaciones de socorro que los bebés de muchas especies de mamíferos manifiestan al separarse de sus madres, y que cumplen el propósito de reducir la prolongación de esta situación de vulnerabilidad y la supervivencia, pueden verse aumentadas mediante la estimulación eléctrica experimental de la CCA (dorsal y ventral), y eliminarse tras su lesión.

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Pero no todo el Dolor Social es emoción. Un estudio de Kross y colaboradores, en 2011, demostró la activación solapada de otras áreas del Dolor Físico ante situaciones sociales de rechazo. A los sujetos de la muestra se les sometió esta vez a dos experimentos. En un primer ensayo tenían que visualizar la foto de la persona que recientemente había acabado con su relación sentimental; y en un segundo experimento, fueron expuestos a un estímulo de calor nociceptivo.

Los resultados demostraron la activación de áreas cerebrales solapadas más allá de la dCCA y la IA. Se produjo un aumento de la actividad de la Corteza Somatosensotial Secundaria (S2) y la Ínsula Posterior (IP) ante la experimentación de ambos tipos de Dolor: Social (1er experimento) y Físico (2º experimento).

Las conclusiones más sorprendentes de este último estudio es que podemos prácticamente afirmar, gracias a datos metaanalíticos de 524 publicaciones, que la activación de las dos últimas áreas cerebrales mencionadas (S2: OP1 derecho e izquierdo; e IP: dpINS derecha e izquierda), es característica y altamente diagnóstica en situaciones de Dolor Físico, con un valor predictivo positivo (VPP) de hasta el 88%. Al mismo tiempo que se ha demostrado que dicha activación no se produce ante otras situaciones experimentales como el sentimiento de emociones positivas y negativas, la reducción de la interferencia cognitiva, la codificación y recuperación de la memoria a largo plazo, la conmutación de la atención o la memoria de trabajo.

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Volviendo al inicio de este post, y por concluir desde una visión antropológica y filogenética, como especie mamífera los humanos nacemos relativamente inmaduros, sin la capacidad de alimentarnos o defendernos por nosotros mismos, y dependemos casi por completo de alguien que nos proporcione cuidados y alimentos. En la medida en que la separación de un cuidador es una amenaza tan grave de la supervivencia, ser “herido” por las experiencias de separación social podría ser una forma de adaptación para prevenirlas, y de ahí la vinculación entre ambos sistemas: el sistema de apego social y el sistema de Dolor Físico.

De esta forma, aunque el Dolor Social agudo (sentirse enojado o evitar un grupo después de ser rechazado) podría ser adaptativo, como lo es el Dolor Físico; el Dolor Social crónico puede comprometer el autoestima, aumentar la agresión contra los demás y conducir a un comportamiento menos adaptativo: dificultades con la alineación social, menor utilización y beneficio del apoyo social existente, miedo persistente al rechazo, hipervigilancia a señales amenazantes sociales, etc.

Hasta hoy, y según los datos que manejamos, podemos ver cómo “Dolor Físico y Dolor Social son similares no sólo porque ambos son angustiosos a nivel emocional, sino porque también comparten una representación somatosensorial común”.

Juan Montaño Ocaña

Grupo de Investigación en Dolor Músculo Esquelético y Control Motor.

tmouniversidadeuropea@gmail.com

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Holt-Lunstad J, Smith TB, Layton JB. Social relationships and mortality risk: a meta-analytic review. PLoS Med. 2010. 27;7(7):e1000316.
  2. UNICEF. Children at risk in Central and Eastern Europe: Perils and promises. Florence, Italy: United Nations Children’s Fund, International Child Development Centre; 1997.
  3. Meyer ML, Williams KD, Eisenberg NI. Why social pain can live on: different neural mechanisms are associated with reliving social and physical pain. PLoS One. 2015; 10(6):e0128294.
  4. Eisenberg NI. The neural bases of social pain: evidence for shared representations with physical pain. Psychosom Med. 2012; 74(2):126-35
  5. Eisenberger NI, Lieberman MD, Williams KD. Does rejection hurt: An fMRI study of social exclusion. Science. 2003; 302(5643):290–2.
  6. Kross E, Egner T, Ochsner K, Hirsch J, Downey G. Neural dynamics of rejection sensitivity. J Cog Neurosci. 2007; 19(6):945-56.
  7. Kross E, Berman MG, Mischel W, Smith EE, Wager TD. Social rejection shares somatosensory representations with physical pain. Proc Natl Acad Sci USA. 2011; 108(15):6270-5.

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