El dolor es un síntoma común en el mundo, causa de afección y preocupación, siendo esta una de las consultas más frecuentes en medicina. Tiene, una función protectora, la cual pierde su función cuando el dolor se hace crónico o persistente, y ya no tiene valor adaptativo. Hoy en día comprendemos que el dolor está determinado de manera evidente y relevante por diversos factores psicológicos y sociales, los cuales determinan que este se perpetúe o no, cuando no es oncológico ya que este tiene otras características.
Está descrito en diversas publicaciones los cambios en los procesamientos mentales superiores como consecuencia del dolor crónico, tanto por repercusiones fisiopatológicas como por efecto del estado psicológico en el que se encuentran. Estas alteraciones de la memoria parece que se asocian principalmente a la manera en cómo se procesa la información y derivan de la condición de padecer dolor de manera perpetuada.
Lo que nos lleva a la necesidad de comprender el funcionamiento como tal de la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. La memoria a corto plazo, a pesar de ser poco duradera, está implicada en el procesamiento de sinfín de recuerdos establecidos en la memoria a largo plazo, básicamente en el manejo consciente de la información. La memoria de trabajo como han propuesto algunos neurocientíficos, tiene el rol de procesar y de pensar en el momento que una gran cantidad de recuerdos de la memoria a largo plazo se ponen en tela de juicio.
La memoria no es un sistema inalterable, ocurre que es muy maleable a las circunstancias. A menudo, estas circunstancias son expulsadas de nuestra memoria a corto plazo, a pesar de ser la primordial en el proceso de análisis de información, y son expulsadas antes de que realmente puedan ser tratadas: el ejemplo está en “se me olvido lo que iba a decir”.
La memoria a corto plazo se satura y no es capaz de concentrarse en nada en concreto mientras continúa recibiendo más información y más requerimientos de procesamiento.
Las situaciones que están almacenadas en la memoria de largo plazo, son vividas, comprendidas y aprendidas, a lo cual, el procesamiento de la memoria a corto plazo comparte cierta jerarquía de funciones, y que el producto final de la misma es parcial, sesgado y selectivo.
La clave para estos cambios en el cerebro es la neuroplasticidad. Las acciones temporales sobre estimuladas pueden modificar químicamente la condición del cerebro a fin de mejorar la memoria a corto plazo y por ende mejorar la ejecución de la acción. Sin embargo, si no es sostenida en el tiempo esta acción se pierde ya que no modifica a la memoria a largo plazo. Lo que también nos explica que las acciones temporales para la modificación de la memoria a largo plazo en el caso del dolor, a menos que se prolonguen en el tiempo, no tienen sino un efecto momentáneo y no a largo plazo.
Sin embargo, si en el dolor influyen tanto los aspectos físicos, como los aspectos psicoemocionales, e incluso de procesamiento: ¿es posible que el dolor crónico se desarrolle por un sesgo en la memoria?
Entre la experiencia y el recuerdo
Para hablar de dolor y sufrimiento, podríamos comenzar hablando de la felicidad. En la actualidad se habla mucho de la felicidad y el bienestar, tratando indiscutiblemente de colocar un número a esta. En investigaciones recientes vemos que hay un aumento en la necesidad de descubrir los misterios de ambas: del dolor y de la felicidad. En la actualidad tenemos coaches que nos ayudan a ser más felices, nos asesoran sobre cómo construir experiencias que nos lleven a esto. Sin pensar que una cosa es la experiencia y otra muy diferente el recuerdo.
A nivel cognitivo comprendemos que existen dos formas distintas de vivir: mediante la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.
Esta descrito en diversas publicaciones las modificaciones a los procesamientos mentales superiores como consecuencia del dolor crónico, tanto por repercusiones fisiopatológicas como por efecto del estado psicológico en el que se encuentran. Estas alteraciones de la memoria parece que se asocian principalmente a la manera en cómo se procesa la información y se deriva de la condición de padecer dolor de manera perpetuada.
Daniel Kahneman, propone 2 formas de explicar cognitivamente que nos sucede y porque nuestros recuerdos y la experiencia nos hacen una trampa cognitiva y modulan nuestra manera de interpretar las situaciones. Supone que hay una confusión entre la experiencia y la memoria: en concreto entre como interpretamos la experiencia actual y cómo la recordamos. Es decir, esta es una trampa cognitiva fundamental. Es imposible no equivocarse.
La memoria fundamentalmente es: parcial, sesgada y selectiva.
Cuando pasamos por circunstancias poco habituales y altamente generadoras de estrés, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, una guerra o la experiencia de una catástrofe, nuestra capacidad para retener o memorizar se agudiza, haciendo que tales experiencias queden grabadas en nuestra memoria de forma especial y son recordadas con todo detalle durante nuestra vida, aunque con diferente implicación o carga emocional.
Muy lejos de tener un registro exacto de nuestros hechos y nuestra historia como si fuera una narrativa, nuestros recuerdos pasan por toda una serie de retoques y modificaciones para adaptarse a las necesidades del procesamiento actual .
Nuestras experiencias (por muy maravillosas o traumáticas que sean) están condicionadas por primero (primacy effect) y últimos segundos de la misma (recency effect).
En términos de experiencia, dolorosa o no, la persona vive el presente y conoce el presente, aunque sea capaz de revivir el pasado, básicamente vive en el presente y en el procesamiento actual de la situación; es el caso de la memoria a corto plazo. Cuando le preguntamos a un paciente: “¿te duele en este momento?”. Y luego está el recuerdo, mediado por la memoria a largo plazo que es el que toma nota de todas estas experiencias y mantiene la historia continua de la misma; a este le preguntamos: “¿cómo te has sentido últimamente?”. Son dos entidades diferentes, entre el que vive la experiencia y el que tiene el recuerdo, y confundirse entre ellos es parte de la problemática sobre la noción de dolor.
Tomaremos en cuenta que en la percepción del dolor intervienen muchos aspectos tanto culturales como personales: el suceso en sí y su significado, las expectativas previas asociadas, los recursos que fueron utilizados o señalados en el momento, los cuales agregan contenido al recuerdo y es lo que lo enriquece desde el punto de vista de sensación incluso dolorosa, la competición con otras fuentes sensoriales.
El recuerdo del dolor se basa en etiquetas verbales utilizadas en el momento de describirlo y estas quedan tan marcadas como la sensación dolorosa en sí misma.
Algunas investigaciones (Roche y Gijsbers, 1986; Beese y Morley, 1993) establecen un periodo de exactitud del recuerdo de la intensidad del dolor en torno a una a dos semanas, lo que indica intervalos de retención bastante cortos.
Aun cuando el contexto en el que se produjo el dolor puede ser muy bien recordado, no ocurre igual con la sensación dolorosa (Niven y Brodie, 1995). Por esta razón, el recuerdo del dolor experimentado es, en general, inconsistente a lo largo del tiempo y está determinado por la intensidad del dolor sufrido y el recuerdo de la experiencia que lo generó (Erskine, Morley y Pearce, 1990; Gavaruzzi, Carnaghi, Lotto, Rumiati, Meggiato, Polato, y De Lazzari, 2010).
Karla Alejandra Figuera Ochoa
Miembro del Grupo de Investigación en Dolor Musculoesquético y Control Motor
Profesora de la Universidad IPETH
Referencias
Beese, A. y Morley, S. (1993). Memory for acute pain experience is specifically inaccurate but generally reliable. Pain, 53, 183-189.
Erskine, A.; Morley, S. y Pearce, S. (1990). Memory for pain: a review. Pain, 41, 255-265.
Gavaruzzi, T., Carnaghi, A., Lotto, L., Rumiati, R., Meggiato, T., Polato, F. y De Lazzari, F. (2010). Recalling pain experienced during a colonoscopy: Pain expectation and variability. British Journal of Health Psychology 15, 2, 253-26.
Manzanero, A.L. (en prensa). Recuerdo de hechos traumáticos: de la introspección al estudio objetivo. Revista de Psicopatología Clínica, Legal y Forense. texto completo
Manzanero, A.L. (2010). Memoria de testigos. Madrid: Pirámide
Niven, C.A. y Brodie, E.E. (1995). Memory for labor pain: context and quality. Pain, 64, 387-392.
Redelmeier D.A., Katz J., Kahneman D. (2003). Memories of colonoscopy: A randomized trial. Pain, 104, 1-2, 187-194.
Roche, P. y Gijsbers, K. (1986). A comparison for memory for induced ischemic pain and chronic rheumatoid
Muy interesante el contenido del artículo.
Lástima las graves faltas de ortografía que restan seriedad al escrito.
Un saludo
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Gracias por el aviso Jorge, ahora mismo lo corregimos.
Nos alegra que te parezca interesante el artículo.
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