Cada vez nos encontramos en consulta más pacientes con dolor lumbar crónico inespecífico en nuestro día a día. Muchos de estos pacientes acuden tras haber probado diferentes métodos de tratamiento; desde la farmacología, hasta haber pasado por diferentes manos de fisioterapeutas sin haber logrado un cambio en su sintomatología. Esto hace que muchos de ellos fruto de la propia desesperación, decidan seguir diferentes consejos presentes en las RR.SS., de las que muchos hoy en día somos usuarios. En algunos se recomiendan diferentes tipos de ejercicio, en otros diferentes estiramientos, pero, realmente, ¿cuál es el mejor tratamiento para esta patología?
En primer lugar, debemos saber, que el dolor lumbar crónico es la primera causa de discapacidad, abarca el 20% de los casos de dolor lumbar. A la hora de realizar un diagnóstico, muchas veces, no somos capaces de establecer un origen claro o la causa concreta de dicho problema, por eso entre el 85-90% de todos estos casos se clasifican como inespecíficos.
Este tipo de afección supone un elevado coste médico y un alto porcentaje de absentismo laboral.
Actualmente, se ha demostrado, que, quedarnos solo con tratamientos pasivos no disminuyen el dolor, sin embargo, suele ser el tratamiento de elección en muchas ocasiones. Estos tratamientos dejan de lado la parte psicológica y social de estos pacientes.
Las expectativas del paciente pueden influir tanto de manera positiva, como de manera negativa en la evolución, dependen normalmente, de las experiencias previas, creencias, cultura, así como la comprensión y el conocimiento de su patología.
A medida que la evidencia avanza hacia un enfoque biopsicosocial, el uso terapéutico del ejercicio crece como tratamiento de elección en este tipo de pacientes, ahora bien, ¿qué tipo de ejercicio es el que debemos seleccionar a la hora de tratar a nuestros pacientes?
En el siguiente metaanálisis, para valorar qué terapia era la mejor para los casos de dolor lumbar crónico, tuvieron en cuenta los cambios obtenidos en el dolor, la discapacidad percibida por el paciente, y los factores psicológicos como ansiedad o depresión, que describe la evidencia hasta 2021.
En cuanto al dolor, ejercicios de estabilidad de CORE y control motor, así como, los ejercicios aérobicos, fueron los que mejores resultados obtuvieron en comparación con aquellos tratamientos en los que se realizaba solo tratamientos pasivos a los pacientes.
Dentro de este tipo de ejercicios, aquellos que se realizaron de manera individual, guiados y controlados por el terapeuta, obtuvieron mejores resultados que aquellos pacientes que acudían a clases grupales o a gimnasios.
Si tenemos en cuenta, la discapacidad percibida por el paciente, vuelven a ser los ejercicios de estabilidad de CORE y control motor así como los aeróbicos, con los que se produce una mayor disminución del índice de discapacidad.
Cabe destacar, que, dentro de este tipo de ejercicios, actividades como yoga, pilates o ejercicios en piscina, obtienen los mejores resultados en este ámbito debido en muchas ocasiones, a las propias preferencias del paciente.
A la hora de hablar de factores psicológicos (ansiedad, depresión…), como en los casos anteriores, siguen obteniendo mejores resultados aquellas terapias que utilizan ejercicio, en este caso, fueron los ejercicios de resistencia y aérobicos los que mejores puntuaciones obtuvieron.
Estos factores psicológicos influyen en la intensidad del dolor. Es importante que tengamos en cuenta estos resultados a la hora de pautar ejercicio con nuestros pacientes.
Tal y como hemos visto, dentro de todos los tipos de ejercicios que disponemos, los que más se repiten son los que incluyen el trabajo de fuerza. Siguiendo esta línea, el siguiente estudio analizó los efectos que tenía el ejercicio de fortalecimiento y el ejercicio de estabilidad de CORE en personas con dolor lumbar inespecífico, en este caso subagudo (6-12 semanas de evolución).
Ambos tipos de ejercicio, tras 4 semanas de entrenamiento, 3 veces a la semana, demostraron tener resultados estadísticamente significativos en cuanto a la reducción del dolor, la discapacidad y el miedo al movimiento que presentan estos pacientes, así como, en el equilibrio, propiocepción y en el aumento de la fuerza de la musculatura del CORE.
Al comparar los dos tipos vieron que no había diferencias significativas entre las mejorías que se encontraron en las variables estudiadas, salvo en el equilibrio y propiocepción, que si obtuvieron diferencias estadísticamente significativas a favor de los ejercicios de estabilidad de CORE para ambas variables.
Tras todo esto, podemos concluir, que el tratamiento a través del ejercicio es clave en este tipo de pacientes, aunque debemos tener en cuenta, qu, para llegar a generar adherencia al ejercicio, lo primero que debemos hacer es conocer las preferencias y objetivos de nuestro paciente, para poder establecer un objetivo común y obtener los mejores resultados.
Leyre Paniagua Blanco
Fisioterapeuta y miembro del Grupo de Investigación de Dolor Musculoesquelético y Control Motor UE
REFERENCIAS
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