El dolor lumbar es la enfermedad ocupacional que más predomina y uno de los problemas musculoesqueléticos más frecuentes con una prevalencia poblacional que alcanza el 90%. Sabemos que en personas en edad laboral los costes en los que se incurre superan incluso al de las afecciones coronarias, infecciones respiratorias o la diabetes, además, los costes indirectos que genera por pérdidas de productividad o días de baja agravan incluso más este problema. En los últimos años, la cantidad de puestos de trabajo que conllevan un hábito de sedestación prolongada han aumentado, lo que genera que aún mas personas pasen largos periodos de tiempo en una postura estática sin poder moverse. En un estudio se determinó que la cantidad media de horas que pasa un adulto sentado en su puesto laboral es de 10 horas diarias, lo que nos lleva a la pregunta de si esto puede ser peligroso o inadecuado para las personas.
Es un tema complicado, el sentarse bien o sentarse mal, la postura cómoda y la incómoda, la ergonómicamente correcta y la incorrecta, el yo me acuerdo pero a los 5 minutos vuelvo a como estaba antes porque se me olvida…
Observa en tu lugar de trabajo, ¿cuántas personas están sentadas correctamente?, con el tronco bien erguido, hombros nivelados, cuello recto y a 90º respecto a la pantalla del ordenador,… Posiblemente no haya ninguno y si lo hay, vuelve a mirarle dentro de 5 minutos.
Están todos sentados de una manera «incorrecta», como más cómodos están, o mejor dicho, como su propio cuerpo ha determinado que existe un gasto energético menor para el sistema. Sin embargo, ¿van a sufrir todos dolor de espalda?.
Se ha observado en estudios biomecánicos que la posición de sedestación prolongada disminuye la lordosis lumbar, aumenta la presión intradiscal y en el isquion, además de generar una redistribución del núcleo dentro del anillo produciendo un aumento de la degeneración, protusiones, hernias… Se han observado también cambios en la estructura y en el reclutamiento muscular además de diferencias en la cantidad y calidad de la movilidad en sedestación entre personas con dolor lumbar y asintomáticas.
Ningún estudio actual discute la plausibilidad biológica que existe en cuanto a la relación biomecánica existente entre la flexión prolongada en sedestación y los cambios producidos a nivel lumbar, entonces, ¿existe una asociación entre el cómo o cuánto tiempo pasamos sentados y un aumento en la incidencia del dolor lumbar?. La respuesta es NO!
No se ha podido establecer un vínculo causal entre la sedestación prolongada y el dolor lumbar. Es cierto que es complicado y poco fiable establecer causalidad a un factor de riesgo individual y aún más si tenemos en cuenta la múltiple etiología del dolor lumbar, lo que disminuye el impacto de cualquier factor de riesgo aislado estudiado.
Pero, ¿por qué si existe una clara plausibilidad biológica entre la sedestación en flexión prolongada y aparente lesión estructural del raquis lumbar, no se obtienen buenos resultados al modificar este factor?.
Posiblemente el problema sea que este enfoque es incompleto en cuanto a la comprensión del dolor lumbar. El dolor tiene un enfoque mucho más amplio que el meramente mecánico u ocupacional, hablamos de un enfoque multifactorial y como tal incluye una serie de factores de riesgo individuales, psicosociales y físicos. En este caso, el modelo biopsicosocial aumenta la perspectiva del dolor y justifica los pobres resultados que se obtienen abordando este problema desde la biomecánica y la ergonomía.
Las intervenciones o estrategias en ergonomía están enfocadas en reducir los factores de riesgo ocupacionales que puedan degenerar en dolor, sin embargo, no se obtienen buenos resultados y parecen ser ineficaces para reducir el índice de dolor lumbar.
A pesar de la escasez de evidencia, la industria de la ergonomía sigue reforzando el pensamiento nocebo de que la espalda es algo débil y debe ser cuidada y protegida para no lesionarse. De esta manera enseñan a las personas que deben sentarse rectos, evitar doblarse,…
El problema que presenta este paradigma potencialmente amenazante en el paciente es un sentimiento de fragilidad que puede derivar en un refuerzo de conductas de miedo y evitación, ansiedad y catastrofismo. Es decir, muy lejos de ayudar, este tipo de intervenciones pueden llegar ser contraproducentes si tenemos en cuenta los conocimientos actuales sobre el dolor.
Entonces, ¿cuál es la postura que se debe adoptar en sedestación?.
Parece lógico asumir que una correcta postura espinal en sedestación debería ayudarnos al menos en parte con el manejo del dolor lumbar. En la actualidad se suelen desechar posturas en flexión y recomendar postura lordóticas, sin embargo, estas se asocian a una mayor activación de la musculatura paravertebral aumentando el riesgo de fatiga e incomodidad. Últimamente se recomiendan las posturas en posición neutra para evitar las posiciones de rango potencialmente dolorosas y mejorar la activación muscular.
En un reciente estudio se les pregunto a 295 fisioterapeutas de 4 países distintos, cual es la postura idónea o más correcta. Para ello tuvieron que elegir entre 9 fotos en las que aparecían diferentes posturas en sedestación, cual creían ellos que era la más correcta. El resultado es que no hubo consenso definitivo entre fisioterapeutas y hubo diferencias significativas entre países.
Lo cierto es que no existe el «Gold Standard» de las posturas. Sentarse durante un largo periodo de tiempo es un trabajo duro y como todo trabajo duro necesita un descanso. Un buen dicho es «la mejor postura es la siguiente postura» pero como siempre queda mejor en inglés, «The best is the next». Por muy correcta que sea la postura, mantenerla estáticamente durante largos periodos de tiempo no es precisamente acosejable por lo que como recomendación general lo más saludable es moverse, moverse y moverse ya sea sentado como de pie.
Ángel Rueda Fonseca
Grupo de Investigación en Dolor Musculo-esquelético y Control Motor
tmouniversidadeuropea@gmail.com
REFERENCIAS
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