La osteoartritis (OA) de rodilla es una patología que cursa con degeneración del cartílago articular, formación de nuevo tejido óseo y afectación de todas los componentes articulares (ligamentos, líquido sinovial, etc.). Se ha convertido en la artropatía más frecuente en el mundo y a partir de los 45-50 años se manifiesta a nivel radiológico con sintomatología en la mayoría de los casos. Al ser una enfermedad crónica que disminuye considerablemente la calidad de vida, es fundamental desarrollar estrategias terapéuticas rentables, sostenibles y eficientes, que a su vez conlleven el menor efecto secundario.
Actualmente no existe intervención alguna capaz de curar la OA. Suelen emplearse fármacos destinados al control del dolor y la restricción funcional, y la hidroterapia que además mejora el rango articular. Sin embargo, se recomiendan métodos nos farmacológicos para mejorar los síntomas y hay un gran reconocimiento de otros tratamientos de fisioterapia, más allá de la hidroterapia, que pueden jugar un papel fundamental en el manejo multidisciplinario de los pacientes. Parece una tontería preguntarse hoy día si la fisioterapia es beneficiosa en sujetos con OA ¿no? Y es que, ha pasado a ser lo más solicitado en estos casos.
De hecho los pacientes con OA son comúnmente tratados por fisioterapeutas, con la mayor evidencia en la terapia con ejercicio. El tratamiento con ejercicio es considerado “la piedra angular” del método conservador. También el trabajo con estiramientos, tape, férulas, zapatos y plantillas especiales, y terapia manual. El fisioterapeuta no sólo permite mantener inalterables los programas en pacientes con OA sino que además maximiza la adherencia al ejercicio y la mejora de resultados, algo realmente importante para evolucionar en el tratamiento. Hay un elevado riesgo de que estos pacientes no lleven a cabo “los deberes” en casa y que, por tanto, esa evolución no sea la esperada. Se plantea entonces uno de los graves problemas, sobretodo en pacientes operados de artroplastia.
Aunque el tratamiento antes de la operación parece no dar señas de mejora para la recuperación posterior, la mayoría de estudios avalan que aquellos sujetos que llevan a cabo un programa de ejercicio postoperatorio logran beneficios y cambios significativos a corto plazo. Pero para que tenga un beneficio real a largo plazo es necesario crear un hábito en el paciente. Aquí es donde el fisioterapeuta facilita ese trabajo y hace posible la concienciación por parte del paciente de lo que requiere su recuperación.
Obviamente, la cirugía es una alternativa a tener en cuenta en aquellos pacientes de OA con mayor evolución de la patología. Y este es un tratamiento en el que ya hace acto de presencia el cirujano y otra clase de profesionales; por eso en un principio hemos hablando de trabajo multidisciplinar. Aún así, hay opciones menos invasivas para estos pacientes. Parte del sector apuesta por la terapia intra-articular, como es el caso del tratamiento combinado de ACS (Suero Autólogo Condicionado) y fisioterapia. Hay poca evidencia al respecto, sin embargo ha demostrado mejorar la calidad de vida de algunos pacientes y posponer la cirugía de artroplastia de rodilla. Por tanto, este es otro ámbito más en el que el fisioterapeuta puede actuar.
En definitiva, hay evidencia suficiente para indicar la fisioterapia como tratamiento capaz de reducir el dolor y mejorar la calidad de vida tanto en pacientes con OA, como aquellos que prevén una cirugía pronta o ya han sido operados de artroplastia. La fisioterapia y la OA trabajan juntas.
Marco Ferraris
Clara Moreno Pérez
Alumnos ANIDO. Grupo de Investigación en Dolor Musculoesqueletico y Control Motor UE
tmouniversidadeuropea@gmail.com
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